jueves, 20 de abril de 2017

El final.

Hoy es un día diferente.
Un día triste y callado. Miro a mi alrededor,en el lago no chapotean los peces,los pájaros no vuelan.
¿Se habrá parado el tiempo?
Pero entonces escucho un sonido ensordecedor, unas pisadas acercándose a mi, pero no veo a nadie.
¿Que me pasa?
Noto un vacío interior, si, puedo notar como empiezo a desvanecerme lentamente mientras que el mundo vuelve a cobrar vida, poco a poco.
Me muero...



Adivinanza Graciosa: (No vale buscarlo en Google)


YO COPIO, TÚ COPIAS,TODOS COPIAN ¿QUÉ HORA ES?

31 de Octubre

                                                                      Prólogo:

Era aparentemente una noche tranquila para cualquiera de estas personas; era la noche de los muertos, y aquí, en un pequeño pueblo a las afueras de Colonia, nuestro pastor decidió hacer una misa especial en honor a todas las almas perdidas que esta noche, supuestamente, se revolucionarían.......

                                                          
                                                                
                                                             Aquel 31 de octubre:

Me llamo Rebecca, tengo diecisiete años, soy huérfana, bueno, supongo que eso es solo un término  como cualquier otro para definir simplemente que no tengo padres.
 Yo lo definiría como "vacío", porque así es como alguien se queda cuando pierde a alguien querido.
Hoy hace diez años que perdí a mis padres Anna y Josef.
Fue saliendo del colegio, yo estaba contenta, iba a venir mi tía a verme esa misma tarde....
 1,2,  así es como lo recuerdo, dos disparos secos que se perdían en el revuelo de la salida del colegio.
El primero fue hacia mi madre, directo al corazón, ni se inmutó, murió con la sonrisa en los labios de ver a su hija; al menos me queda eso, murió feliz.
El segundo iba hacia mi, pero no llegó a su destino, mi padre se abalanzó y me salvó de aquella muerte cruel y sin sentido.
Nadie vio nada, a día de hoy todavía no se ha descubierto al asesino.


                                                                
                                                                          Lea:

Lea es mi mejor amiga, no somos el típico caso de amigas desde la infancia, nos conocimos en el primer año de instituto.
Lea tiene el rostro proporcionado, con pequeños ojos verdes que te transmiten confianza en cuanto los ves y cabellos oscuros,es todo lo atractiva que alguien pueda ser. Yo solo soy unos centímetros más alta que ella, mi pelo rubio no distrae a la vista, lo hacen mis grandes ojos cobalto que tienden a posarse en gente, por así decirlo, en la que no se puede confiar.
Para mí Lea es un gran apoyo, nos entendemos con solo mirarnos y hacer esas muecas raras que tanto nos gustan, aunque también tenemos nuestras peleas, ¿y quién no?
Queremos estudiar Arte Dramático en Berlín y alquilarnos un piso allí; este es nuestro último año de instituto y tenemos las ideas muy claras.
                                                           


                                                            Situaciones incómodas:

Otra vez, esta maldita fecha que vuelve y vuelve. 31 de octubre.
Son las 16:04, Lea y yo vamos de camino a mi casa. Tenemos que hacer un trabajo de Ciencias Naturales y Lea le pidió ayer permiso a sus padres para venirse directamente conmigo del instituto.
Mi hermano mayor, Tobias ha venido a recogernos de clase, normalmente iríamos solas andando hasta mi casa, pero estos días en Alemania está haciendo demasiado frio, más del habitual.
Tobias tiene diecinueve años, es alto y moreno, sus ojos son como los míos, pero el tiene una lágrima en el iris del ojo derecho de un azul mas claro que lo que la rodea, sus anchas espaldas y sus bíceps musculados contrastan con lo cariñoso aunque cauteloso que es cuando lo conoces bien.
No tenemos la típica relación a muerte de hermanos, quizá sea por la pérdida temprana de nuestros padres, eso nunca lo sabré del todo, aunque tengo mis sospechas de que estoy en lo cierto.
Cuando nuestros padres murieron y tuvimos que mudarnos a casa de la abuela, Tobias tuvo que protegerse con una coraza y hacer de padre para que yo no notara la falta de ellos a la temprana edad de siete años, no me puedo quejar; todavía lo recuerdo sentándose a mi lado en el escritorio  y explicándome problemas de álgebra que, a día de hoy sigo sin entender (soy una completa negada con las matemáticas).

-Hola- dice Tobias en cuanto nos ve; enseguida lo noto, se está mordiendo la parte interior del carrillo, como hace siempre que se pone nervioso, claro, se me había olvidado decírselo, es por Lea. -Lea, ¿vienes a casa?- pregunta Tobias muy avergonzado.
-¡Hola eh!, yo también me alegro de verte hermanito...- le suelto en tono sarcástico.
Veo que Lea intenta reprimir las ganas de soltar una carcajada nerviosa cuando lo digo, y Tobias se pone colorado.
-Sí, tenemos que hacer un trabajo para Ciencias Naturales, ya sabes, más de lo mismo.- le explica Lea.
-Ah, pues entonces subid, no os haré perder tiempo o la abuela se enfadará conmigo- dice Tobias ya más tranquilo.- Por cierto Rebecca, ¿vais a ir a la misa especial esta noche?
Miro a Lea, sus ojos han cobrado brillo y sé que no puedo decir que no.
-Sí, supongo. Creo que será un poco menos aburrida que los demás domingos que la abuela nos obliga a ir.- respondo poniendo los ojos en blanco.

Así que sin más vacilación, me monto en la parte delantera del coche de mi hermano y Lea detrás. Cuando Tobias se monta a mi lado en el asiento del conductor me lanza una mirada asesina que sé que tiene que ver con que no le halla avisado de que Lea venía, y de que encima le gastara una pequeña bromita casi imperceptible en casi ningún caso, menos en los que tienen que ver con Lea; respondo con una sonrisa a su mirada y entonces sí, él sonríe.

                                                           
                                                          
                                                            Que comience el juego:

Son más de las seis, Lea y yo estamos a punto de acabar el trabajo.