La estuvo buscando por todos lados: en la cama no estaba, en la mesa tampoco y decidió arreglarse.
¡Tenía el corazón a 100 por hora!
Se lo dijo a su madre cuando vino de llevar a su hermano al instituto y la madre no se lo creía; pero ella, lo investigó durante mucho tiempo.
Resultó que al final, era su hermano que fue a su habitación, le quitó la diadema y se la puso encima de la ducha para que se cayera.
Se lo dijo a su madre; la madre tomó medidas y le riñó al hermano.
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